El CFO y su nuevo juguete

 

💼 El CFO y su nuevo juguete





Hace casi una década viví una experiencia que marcó un antes y un después en mi manera de entender los cuadros de mando.
No fue en una gran conferencia, ni en un curso de formación.
Fue en una simple reunión de trabajo con un CFO.

Un profesional brillante, con una mente analítica y una visión estratégica impresionante.
Pero aquel día, lo vi convertirse en un niño con un juguete nuevo.

🚀 El punto de partida

Meses antes de ese momento, el CFO nos había lanzado un reto:

“Quiero un cuadro de mandos que unifique toda la información del CRM y del ERP.”

Hasta ese momento, trabajaba con dos mundos separados:

  • Por un lado, el ERP, que le mostraba las cuentas, los gastos y los flujos financieros.

  • Por otro, el CRM, donde residía todo el detalle comercial, las oportunidades, los clientes y las ventas.

El problema era claro: cada decisión dependía de informes desconectados.
Y cuando un dato financiero no se podía contrastar con la realidad comercial, la visión del negocio quedaba incompleta.

Así que aceptamos el reto.
Nos juntamos tres personas con perfiles distintos: uno técnico, uno funcional y yo, que hacía de enlace entre ambos mundos.
Sabíamos que el éxito no dependía solo de la tecnología, sino de la capacidad de dar sentido a los datos.

🔧 El proceso

Durante semanas trabajamos sin descanso.
Primero hicimos la extracción de datos de ambos sistemas, que no fue tarea fácil.
Cada uno hablaba su propio idioma: campos diferentes, estructuras distintas, formatos incompatibles.

Creamos un repositorio común, lo que hoy llamaríamos un pequeño data warehouse.
Limpieza, depuración, validaciones, normalización de claves, identificación de duplicados… cada paso requería precisión.

Después vino la ingeniería de datos.
Relacionar las ventas del CRM con la contabilidad del ERP, vincular oportunidades con ingresos reales, unir clientes con su histórico de compras y con los márgenes asociados.

Fue un trabajo artesanal, línea a línea, hasta conseguir una base sólida sobre la que construir.

🧩 El diseño del dashboard

Una vez listo el modelo de datos, tocaba lo que más me apasiona: darle forma visual.
Pero teníamos claro que no queríamos hacer un cuadro de mandos más.

Nada de limitarse a mostrar balances, cash flow o EBITDA.
Eso lo podía ver en cualquier ERP.

Queríamos construir una herramienta que ayudara a pensar.

Por eso nos hicimos preguntas que, hoy en día, sigo utilizando como punto de partida:

  • ¿Qué necesita saber realmente un CFO para anticiparse a los problemas?

  • ¿Cómo puede un gráfico ayudar a descubrir oportunidades?

  • ¿Qué decisiones puede tomar con un solo vistazo?

A partir de ahí, creamos visualizaciones que conectaban áreas que antes estaban separadas:
💡 Clientes rentables vs clientes frecuentes.
💡 Margen por línea de producto.
💡 Evolución temporal del flujo de caja comparado con el pipeline comercial.
💡 Ciclo de conversión entre oportunidad y cobro efectivo.

Cada visualización tenía un propósito. Nada era casual.
El objetivo era que el CFO no solo viera datos, sino que entendiera su historia.

💡 El efecto WOW

Y llegó el gran día.
Nos reunimos en una sala de reuniones, con el dashboard proyectado en una gran pantalla.
El CFO entró con su habitual porte serio, se sentó, y sin decir palabra empezó a observar.

Pasaron unos segundos de silencio… y de pronto, sus ojos se abrieron como platos.
Se levantó de la silla y comenzó a moverse alrededor de la mesa, haciendo clics, abriendo filtros, comparando cifras.
Durante más de 15 minutos estuvo completamente concentrado, como si descubriera por primera vez cómo respiraban sus propios números.

Y ahí lo comprendí.
El verdadero valor de lo que habíamos hecho no estaba en la tecnología, ni en el diseño, ni siquiera en la precisión de los datos.
Estaba en la capacidad de provocar entendimiento.

Habíamos conseguido que el CFO dejara de mirar los informes…
para empezar a dialogar con los datos.

🎯 La gran lección

Esa experiencia fue una lección imborrable.
Desde ese día, cada vez que me enfrento a un nuevo proyecto de analítica, recuerdo aquella escena.

Entendí que un buen dashboard no es una colección de gráficos bonitos,
ni un escaparate de KPIs,
sino una herramienta para pensar mejor.

Su misión es conectar causa y efecto.
Mostrar lo que funciona, lo que falla y, sobre todo, lo que está a punto de suceder.

Un cuadro de mandos bien diseñado no informa, transforma.
Transforma la manera de gestionar, de decidir y, en última instancia, de entender la empresa.

Por eso, cada vez que diseño uno, no me pregunto “qué datos voy a mostrar”,
sino “qué decisiones quiero inspirar”.

🔍 Conclusión

El CFO de aquella historia no solo recibió un dashboard:
recibió una nueva forma de ver su negocio.

Y yo recibí una lección que aplico desde entonces en todos mis proyectos:

“Un dashboard no es un fin, es un medio para descubrir, cuestionar y mejorar.”

Esa es, al final, la esencia de la analítica:
transformar el dato en conocimiento,
y el conocimiento en acción.

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